Box-Poetry de Héctor Figueroa

Héctor Figueroa (1969-2019) es uno de los poetas más respetado por sus pares de los años noventa, y quizá de los más desconocidos por los lectores contemporáneos. Compartimos en esta instancia un manuscrito sobre boxeo, inédito en formato libro, y publicado recientemente este 2020 en algunas redes sociales.



BOX-POETRY(a partir del manuscrito de Joyce Carol Oates “Del boxeo”)

Peso ligero
Peso pluma
Peso mosca o gallo
Poeta promedio 7 nunca lo fui
3,8 tal vez como el escritor de las pensiones baratas o de mala muerte
el narrador de las piezas de Av. Matta o San Diego Iván Teillier.
El mundo no es redondo
La vida es un cuadrilátero.
Hubiésemos encantado haberme hecho merecedor de
algún cinturón. A un premio bueno
me refiero -pero se sabe que los combates están arreglados-,
platita contante y sonante, los boxeadores pelean sólo por dinero;
los poetas no, pero, como ellos también peleo por enfado,
por rabia, la rabia no deja escribir sílaba muchas veces.
Hago fintas, rectos de derecha o izquierda,
practico ganchos en un forum imaginario
de muchacho nunca usé guantes,
todo lo mío ha sido a puño limpio
igual que el primer campeón inglés James Figg en 1719
pero jamás peleé con alcohol pendenciero, miento, un día….
boxeador acorralado contra las cuerdas
(de la métrica del verso libre)
“Es duro ser negro ¿Has sido negro alguna vez?
Yo fui negro una vez…cuando era pobre.”
Larry Holmes,
ex-campeón WBC de pesos pesados
He tenido muchos y variados contrincantes
En la escuela Francisco Andrés Olea 8avo año básico
un alumno choro recién llegado
se enteró que yo era gûeno pa los combos
la cita fue en el baño
sólo recuerdo el pleno puñetazo en el hocico
-vi estrellitas como en los dibujos animados-
perdí el conocimiento y caí a la lona
-baldosas meadas de los urinarios-
después de la pugna, a la hora de los berlines en los recreos
fuimos grandes compañeros
en otra ocasión –ebrios- iba el Germán Carrasco y yo
como a las 4 de la mañana por la calle Portugal:
agazapados en la oscuridad
saltaron sobre nosotros 5 ninjas desde una palmera
nos defendimos harto pero igual
sangre mucha corriendo por la frente
nos sacaron la chucha
nos robaron un reloj y dos lucas
boxeadores acorralados contra las cuerdas
(de la métrica del verso libre)
Puñetazos combos
me agarré firme a puñetes
con todos mis amigos de infancia
pero esos son amigos hasta el día de hoy
pero había uno bravísimo, el loco Pepe, un flaco
que tenía la mano como un ladrillo
una vez a la semana todos alrededor nuestro
en círculo viendo cómo nos sacábamos la cresta
como quien echa a pelear a dos perros
yo iba con miedo a la esquina pero iba igual
¿qué habrá sido del niño loco Pepe? Con los años
¿habrá fallado?
¿habrá perdido igual que yo?
¿se habrá malogrado?
económicamente me refiero.
A falta de erudición
digo que el mejor poema del mundo acerca de un boxeador
lo publicó Jorge Tellier en “Cartas para reinas de
otras primaveras”. Creo que se llama “A un viejo púgil”.
En la niñez, ante el televisor, esperé con ansias
la primera pelea y la revancha entre Sugar Ray Leonard
y “Mano de Piedra Durán”
también las peleas truchas de Martín Vargas
los días viernes después de jugar a la Polla Gol
Joyce Carol Oates dice que el boxeo
“es una experiencia emocional imposible de comunicar
con palabras”,
como la poesía diría yo también.
Ambas son de un primitivismo esencial:
el poeta, como el boxeador, es un demente.
El primero es sofisticadamente irracional,
el segundo es un artista de los movimientos y el espacio,
pura proeza de destreza física.
Hay sangre, y rostros amoratados y sangre
los escritores son unos suturados, como Edgar Allan Poe,
como Malcolm Lowry, del alma.
Innumerables son los golpes bajos que he resistido
pero el dolor físico es lo de menos
el que más duele es el salario-sueldo que otorga Chile,
el estado y los emprendedores privados
veo una hilera de mujeres chilenas luchadoras
recibiendo una miseria de sueldo
conocí secretarias que le hacían el favor
a su chilenito jefe para aumentar sus emolumentos
también conocí “de la gente que con trabajo ajeno
se enriquece y triunfa” como decía Luis Cernuda allá
por los años 30
me hubiese gustado ser uruguayo, hay rumores
de que están bien civilizados
El boxeador, como el poeta (estas son cosas mías)
sabe que la técnica es importantísima
pero hay mucho instinto en juego
rabia
impotencia
velocidad, fintas
entre una que otra coma;
movimiento de piernas; abucheos
mentiras de vítores y aplausos,
a la galería les encanta verte derrotado
incluso al campeón
a Neruda lo seguimos envidiando por sus casas y por su plata
Benedicto Villablanca ha sido el único campeón chileno
le robaron el título en los 80
el otro día vi a Martín Vargas (ya viejo) en la calle
apoyado en un tremendo auto blanco en una esquina
no lo quise saludar
¿qué le podría haber dicho?
¿Qué soy un poeta peso mosca, un poeta menor
como Altenor Guerrero o José Ángel Cuevas?
No, José Ángel Cuevas es semipesado (hasta 81 kilos)
¿Y que lo admiré mucho alguna vez, a Martín Vargas?
¿O que sus peleas fueron los fuegos artificiales de
Canal 13, TVN y Pinochet?
¿Qué le podría haber dicho? No soy groupi ni fan de nadie,
ni siquiera de The Cure, que me encantan
o de Charlie Parker, que me emociona desde joven.
Sólo quiero (deseo) un pedazo de techo
en cualquier lugar, pero
“Aquellos son los más, tienen la tierra
Y apenas si un rincón queda asignado
Para el poeta, como muerto en vida”,
dejó dicho Luis Cernuda allá por los 20 del siglo XX.
La Realidad y el Deseo chocan.
Pero no me verán besar la lona.
El boxeador, como el poeta, sólo crea
por tan sólo un instante, es tan sólo un tiempo presente,
uno lo hace con los puños y el movimiento,
el otro con el lenguaje.
La creación maravillosa del poema, incluso,
transcurre por un rato, pueden ser dos minutos
antes de que suene la campana,
es puro tiempo vertical, no horizontal
(¿Gastón Bachelard?).
¿Por qué te has hecho boxeador?, le preguntaron al irlandés
Barry McGuigan, campeón peso pluma.
El respondió: “No puedo ser poeta. No sé contar historias…”
He aquí una anécdota
que transcurrió hace ya varios años, durante un carrete
que inventó la Alejandra del Río
(recién llegada de Alemania).
La única boxeadora chilena de las letras
y que se llamó Stella Díaz Varín,
la vieja de voz grave y ronca, ya anciana,
en la comuna de Recoleta, una mañana me despertó
con una sopita bien caliente, una sopa
“levanta muertos”. Yo dormía en las tablas de madera
de un piso mal encerado, pues había quedado tirado
en plena cocina con la media caña:
-¡Ya chicoco, despierta, esto te va a hacer bien!
-me dijo la señora, yo ni siquiera le hablé nada
de su Sinfonía del hombre Fósil
y del que poseía una primera edición.
Como un boxeador ya rendido en el camarín
sólo le agradecí y tan sólo me tomé la sopa en silencio,
y me dije: esta vieja culia parece mi tía.
Ella no escuchaba a nadie, no paraba de hablar
y fumaba como loca.
Fin de la anécdota.
¡La mayoría de los poetas no tienen nada que ver
con los boxeadores; son manidos, alambicados, son burgueses,
afeminados, cobardes, traidores, arribistas, vanidosos.
El único poeta boxeador
y feroz
que he conocido,
soy yo!
Me gustaría tirar un uppercut preciso y directo al mentón
como los buenos escritores que sacan piedras preciosas
a la superficie,
una lluvia de manotazos y golpes del boxeador
como la catarata de un gran versificador
groggy o nocaut, tal vez todo esto no sean sino las ganas
de morir por un instante, toalla blanca lanzada al aire
apagón de luz y electricidad.
El ring como un soneto
a veces el púgil es mágico,
saca golpes rápidos e impredecibles
como el mejor verso surrealista:
Neruda por ejemplo antes de Breton
El poeta (como Vallejo) le busca camorra al lenguaje.
Huidobro solo a veces es bueno,
no posee la intensidad del peruano.
Fernando Pessoa es otra cosa:
se pesó en todas las categorías.
Madison Square Garden
Teatro Caupolicán
donde tocó alguna vez Louis Armstrong en
San Diego con Av. Matta.
Chet Baker sin dientes
luego de una pendencia
Chet Baker fue de verdad
fue auténtico, barrial, intenso
pero ahora los pedantes
desde el penthouse más caro de Nueva York
o Apoquindo
lo escuchan y se llenan la boca con él
pero no importa, es sinuoso,
es lírico, maravilloso.
El mundo no es redondo.
La vida es un cuadrilátero.
“Avanzar por el dolor hacia el triunfo –o la
semblanza del triunfo- es la esperanza del escritor, como
lo es del boxeador”
Joyce Carol Oates.
Todo es estilo.
Otra cita de la misma norteamericana:
“Cuando un boxeador es noqueado no significa,
como suele pensarse, que haya quedado sin sentido, o
incluso incapacitado; significa, mas poéticamente,
que ha sido sacado del tiempo”.
esta cita vale también para todos aquellos poetas
que nunca han aparecido en ninguna antología.
Benditos sean los escritores que no salen en ninguna
antología, porque de ellos es el reino de la literatura.
Me encantan los escritores a los que no les salen las cosas,
es decir, las oraciones párrafos, escritores fallidos como Ivan Telillier.
No como Flaubert, Bolaño o Gogol.
Me encantan los escritores a los que no les salen las cosas:
Días de sol frío.
Herederos de la lluvia.
Mañana el viento.
El piano silvestre.
El mundo no es redondo.
La vida es un cuadrilátero.
Años 70 y 80 de triste época,
de hombres tristes y solitarios
económicamente hablando
curao y encachao
Ivan Teillier
no sabía narrar bien.
Concertación
Años 90 y 2000
Yo tampoco
supe narrar bien
Infancia de camorrista, camorrero
¿Por qué tuve una infancia camorrista
si lo tuve todo? Para Navidad
quise un triciclo. Ahí estaba el triciclo rojo.
Quería un robot a cuerda.
Ahí estaba mi robot amarillo de patas cromadas.
Quería un balón de fútbol y la camiseta
con el número 2 de Mario Galindo del Colo-Colo
y ahí estaban junto al árbol de pascua en la medianoche.
…………………………………………………………………….
Mucho antes que mis padres se separaran
para sus bodas de plata
yo fui feliz, incluso pensé que éramos ricos
gracias a mi padre
(“Ellos te dieron todo: cuando animal inerme
te atendieron con leche y abrigo” –dice Luis Cernuda
en su poema “La Familia”)
Otra analogía de la que deberíamos hablar:
el escritor está solo. “En boxeo el individuo
está, o parece estar, muy solo. Al igual que el santo, da
la impresión de haber alcanzado su redención a través del
esfuerzo incesante y solitario”.
J.C.O. También señala en su libro que
“Del mismo modo en que el boxeador es entrenado para
luchar hasta que no pueda más, también es entrenado
-o está por naturaleza dotado- para pelear de pie aún inconsciente”
Para pelear de pie aun inconsciente
como los borrachos diría yo,
como un poeta borracho luego de una borrachera soberbia.
Como un poeta borracho que aun inconsciente
camina kilómetros, llega a su casa y a su cama.
El inconsciente es poderosísimo. El Ello.
Peso pesado Malcolm Lowry bajo el volcán
llegando al Farolito, cuando la esperanza
es un farolito.

REMATE O FINAL PARA EL TEXTO:
Borges admiraba a los gauchos y el cuchillo.
Borges jamás nunca le aforró un combo a nadie.
Borges me hizo llorar cuando él, ya anciano, lo
vi lagrimear (muy contrito muy apesadumbrado)
refiriéndose a su mamá en un video documental.
Cuando mi propia madre estaba bien y no grogui como
está ahora en un hospital, años atrás
la hice ver aquel documental en un VHS
Mi madre se emocionó mucho sin siquiera sospechar
que el argentino era uno de los más grandes escritores
de todos los tiempos, un verdadero peso pesado
como Cassius Clay o el árabe Muhammad Alí.
El mundo no es redondo.
La vida es un cuadrilátero.

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