La bicicleta mágica de Sergio Krumm - Marcelo Guajardo (extracto)
En el verano del 86 un grupo de amigos encuentra en el taller de bicicletas del barrio una fotografía donde aparece un ciclista desconocido para ellos, Sergio Krumm, quien aparecía también en la portada, de noviembre del 73, de la revista Estadio. En el mismo taller, una bicicleta con su apellido. Este misterio es el que abre la novela "La bicicleta mágica de Sergio Krumm", libro con el que Marcelo Guajardo obtuvo el premio Barco de Vapor el año 2013.
El 20 de julio de 1974, el ciclista de 25 años Sergio Tormen —ganador de varias competiciones— fue detenido por agentes de la DINA en su taller de bicicletas, en San Miguel. Poco antes había sido detenido en el mismo lugar su amigo Luis Guajardo. Ambos, además de ciclistas, eran colaboradores del MIR. Nunca más fueron vueltos a ver con vida. Ese día fue detenido también Peter Tormen, hermano de Sergio, que sólo tenía 14 años entonces, y Juan Andrés Moraga, entrenador de la Selección Nacional de Ciclismo, quienes afortunadamente fueron liberados.13 años después, el 30 de noviembre de 1987, Peter Tormen montó nuevamente la bicicleta de su hermano Sergio y ganó la Vuelta a Chile. Era el segundo ciclista nacional en ganar esta competencia. “¿A quién le dedica el triunfo?”, le preguntó un periodista de televisión a Peter. “A mi hermano detenido desaparecido”, respondió, e inmediatamente la pantalla se fue a negro. Hoy Peter Tormen, que dejó el ciclismo profesional, es dueño de un taller de bicicletas.
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Si ustedes no han visto jamás una
caravana de la Vuelta de Chile, se han perdido un espectáculo extraordinario.
Cientos de bicicletas se mueven juntas rítmicamente por el camino a una
velocidad que les sorprendería. El pelotón de ciclistas se desplaza por el
llano como una veloz flecha multicolor. Mientras avanzan, a corta distancia van
los vehículos y motos de técnicos, periodistas y jueces.También los acompaña
una ambulancia lista para actuar en caso de emergencia.El conjunto es un cuadro
bullicioso y colorido que pasa por pueblos y ciudades, cruza puentes, , enfila
por valles y sinuosas costas,remonta montañas y desciende veloces cuestas. Todo
movido por el corazón de los ciclistas que empuja su sangre y hace girar los
pedales de las máquinas.
No podría explicarles con
palabras la emoción que sentíamos en el
vehículo del Club Centenario.Solo diré que fue un júbilo que pocas veces
habíamos experimentado en nuestras vidas. Ahí estábamos Nando, Marraqueta,Lily,
y yo, junto a don Anselmo y el resto del equipo técnico, avanzando con los
corredores de la Vuelta.
En el centro del pelotón,
preparándose para la batalla que se aproximaba, se encontraba Peter Krumm sobre
la bicicleta de Sergio que brillaba como una centella.Más atrás, pedaleaba
Fabio Acevedo, concentrado en el camino, pero con un ojo sobre los movimientos
de Peter. A lo lejos, se distinguía el macizo murallón de la cordillera de los
Andes y a sus pies una frágil huella que ascendía hacia sus cumbres:era la
cuesta de Los Maitenes.
Cuando Peter sintió que el camino comenzaba a empinarse, supo que había llegado la hora.Pedaleó hasta ubicarse en la parte delantera del
grupo y esperó el primer primer
movimiento de Fabio.Este siguió a Krumm y quedó a un par de bicicletas atrás.
Rapidamente, la rampa empezóa levantarse más y más.
Los primeros corredores se
fatigaron y el pelotón se dispersaba.Hugo Droguett, compañero de Peter,
permanecía a su lado, apoyando el pedaleo del corredor.Pero lentamente la
cuesta le fue comiendo las piernas.
-Ojalá Droguett aguante un poco
más-dijo don Anselmo y luego alentó el corredor-:¡Vamos Hugo,un poco más!-gritó
desde la camioneta.
El ciclista respondió con el pulgar arriba, pero a juzgar por su expresión, muy pronto se
rendiría.
-Ha hecho un gran
esfuerzo-aseguró don Anselmo-. Es un especialista en velocidad, un sprinter, no
está a costumbrado a esta clase de exigencias.
Más atrás venía la bicicleta roja
de Fabio Acevedo.El corredor no tenía ningún rasgo de fatiga.Parecía que la
montaña no lo dañaba en lo más mínimo.Su
pedaleo era elegante y seguro, y paulatinamente, aumentaba el ritmo de su
máquina.Observaba con atención lo que
ocurría más adelante, especialmente con la evidente fátiga de Droguett.
-Miren, el colombiano está al
acecho. Cuando Hugo afloje, el escarabajo
atacará, estoy seguro-dijo el entrenador-.
-¿Por qué “escarabajo”, don
Anselmo?-preguntó marraqueta.
-Así les dicen a los escaladores
colombianos. Mira su postura al pedalear, se encorva de tal manera para reducir
la resistencia al viento, que parecen un escarabajo.
Todos miramos de nuevo al
pedalero y apodo nos pareció de lo más acertado.
Tal como lo había predicho don
Anselmo cuando DRoguett comenzó a quedarse atrás, Fabio atacó.
Presionó sus pedales al máximo y
como una flecha rebasó a Peter como si hubiese estado detenido.Este, al ver al
bólido rojo y alertado por don Anselmo, aceleró tras su oponente.
El colombiano parecía estar hecho
de acero. Sus fuertes piernas movían su bicicleta como si fuese una pluma y
esta subía rauda a la exigente cuesta. Peter utilizó toda su fuerza para darle
caza al escarabajo y al cabo de unos minutos inciertos, logró alcanzarlo.
-Menos mal- dijo aliviado don
Anselmo-,si se le escapaba, estábamos
fritos.
El ataque del colombiano y la
respuesta de Peter significaron que ambos corredores quedaron solos en la
punta.Mucho más atrás, el resto de los ciclistas luchaba contra la montaña.
Fabio mantenía sincronizado
pedaleo sin nada que lo perturbara. De vez en cuando giraba su cabeza para
observar el desempeño de Peter. La fatiga no puede ocultarse en el rostro de un
ciclista. Jamás miente. Pero Peter se encontraba bien. Su cuerpo respondía a la
subida y estaba preparado para defender su lugar.
El furgón del Club Centenario
seguía de cerca la contienda. Desde sus ventanas dábamos ánimo a Peter, que nos
respondió con su pulgar arriba.
Cuando llegó la parte más
empinada de la subida, Fabio volvió a probar las fuerzas de Krumm.
Con mayor violencia que la
primera vez, el escarabajo se paró sobre los pedales y exprimió con fuerza su bicicleta.Peter, que
iba tras él, esta vez vio venir el ataque
y respondió con la misma intensidad del pedaleo.Fabio se desprendió unos
metros, pero Peter lo alcanzó en seguida.El colombiano miró a su oponente a los
ojos para encontrar alguna señal de debilidad, pero Krumm estaba entero y le
devolvió una mirada de seguridad como cuando uno quiere decir, “no me vencerás
tan fácilmente”.
Llegaron a la meta juntos, Fabio
ganó la etapa, pero no había podido descontarle tiempo a Peter.
Marcelo Guajardo Thomas (Santiago, 1977). Ha publicado Puerta azul en muro de adobe (2014) y Un momento propicio para el exilio (2011), volumen que reúne textos escritos entre 2002 y 2010. Además de diversas distinciones por sus trabajos poéticos, es autor de la novela La bicicleta mágica de Sergio Krumm, libro que obtuvo el Premio Barco de Vapor el año 2013. Premio Pablo Neruda de poesía joven 2017.
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