Selección de poemas (Patricio Contreras Navarrete)


El fútbol como correlato de la vida barrial, donde la pelota está rodando por todos los rincones de nuestra biografía y marca etapas. De nuestro fanatismo por sobrevivir de cara y limpiamente a la alegría popular, hasta la emoción del relato de una épica mundialera, estos poemas de Patricio Contreras se leen como arengazos de un partido cuesta arriba que siempre puede remontarse.

 

 

Canchas de tierra



Toda la vida con la misma sensación
de sentirte acechado en cualquier parte
mirar las zapatillas suspendidas en los cables
e imaginar El Colgado del Tarot / las cartas
tiradas en el suelo como hojas de otro otoño
donde quizá el peligro es sólo un desvelo
o crónica roja en las casitas de otros barrios

A nosotros nos tocó el dolor compartido
jugar a la pelota en las tierras baldías
escuchando el charchazo que le da la miseria
a la cara B de la realidad / la lágrima cayendo
igual que una navaja por el rostro de Géminis
marcando la cicatriz que delimita sus facciones

Aunque en otras partes debe ser parecido
creo que no podría entender este juego
sin el clavo en el zapato / el agua negra / la luz cortada
y el fresco de la mañana humedeciendo la tierra
donde los olvidados siempre juegan a existir

—¡Pero esas son tonteras hijo!
Tú corre nomás  / patea la pelota
y si algún cuiquito viene a molestarte
grítale ese gol en la cara

Y claro papá / no faltaba más
tal vez la vida consista en eso / pero
¿qué haremos cuando se acabe la racha?

Los que pierdan pagarán la cancha
El que llegue al último se pondrá al arco








Una cancha con tu nombre


Mi padre siempre me decía
que el fútbol cambia de perspectiva
cuando juegas para gambetear al hambre
cuando sales a la cancha para olvidar que
en tu casa te espera lo mismo: el viejo llorando
el refri vacío / tus hermanos peleando otra vez
para ver quién se come el último pedazo de pan

Entonces me lo imagino en su relato
a pata pelada / una pelota de trapo
–hecha por él mismo– para darle un pelotazo
en la cara al destino y las malas lenguas
para burlar en la cancha a esos que te dicen:
No vas a llegar a ninguna parte
Los pobres se quedan donde mismo
El fútbol jamás te va a parar la olla

Y hoy da igual / nos reímos juntos
de que la calle Circunvalación ahora
se llame Charles Aránguiz Sandoval
y yo pienso que esa cancha que fue de tierra
que está detrás de la iglesia –en la esquina
de Tocornal Grez con Sargento Menadier–
debería llamarse Raúl Contreras Navarro



El carnaval perpetuo



Un día Garrincha
cansado de los mal llamados periodistas
le respondió a Álvaro Cepeda:

Un día soy un genio del fútbol. Al otro día, mi vida privada está en todos los titulares y ya no soy un genio del fútbol porque casi nunca, al hablar de mí se habla del fútbol, sino de lo que hago fuera de la cancha y lo que hago fuera, la novela que es mi vida, hace que se olviden del fútbol que yo juego. Entonces no se puede distinguir.

Y claro Mané / quizá no se puede distinguir
quizá autor y obra no pueden dejar de ser
una sola montaña de símbolos en el espacio
una mixtura de delicias y sinsabores
que de día te tiene en cancha bailando
y de noche abandonado en Río de Janeiro
al azar de las calles / muerto por alcoholismo

Y eso que tú no vivías tu vida / era tu público
el que te vivía en las gradas y en televisión
era tu público el que lloraba de felicidad
cuando llevabas al rival de un lado para el otro
Frente al telón: ese carnaval / la fiesta del fútbol
Tras bambalinas: los excesos / las mujeres / tu afán
de inmolarte para devolvernos el fuego
sin complejo de héroe / Prometeo brasileño
con la cara sucia y las piernas torcidas

Pero nada fue en vano Mané
dicen que hoy / cuando en tu ciudad natal
levantan su bandera blanca y negra
el Rey queda sin corona porque la Muerte
la lleva hasta tu tumba y reescribe allí:

Aquí descansa en paz el hombre
que fue la alegría del pueblo



Gol de Aránguiz


Alexis parecía nervioso y sabía
que había millones de televisores encendidos
esperando su gracia

Respiró hondo
miró al frente / abajo y otra vez al frente
y se pegó un pique cortito
antes de rematar al arco

Casillas estaba atento / vio al balón venir
y lo despejó creyéndose a salvo

Pero allí estaba Aránguiz confiado
junto a cinco españoles
a tiro de cañón

Es posible que no haya pensado en nada
o que en un segundo se haya sentido
como en las calles ruinosas de Puente Alto
amenazado por cinco jugadores que
si se llegaran a sentir ofendidos
lo esperarían afuera y a nadie le importaría
que su familia fuese connotada en la pobla

Pero no estaba nervioso
la agarró como venía y la metió adentro
con una delicadeza inédita
entre los pinganillas de sus vecinos

Y anotó Aránguiz
y Casillas parecía un perro mojado
y a nadie le cabía el corazón en el pecho:

[…] el que se crió en las calles polvorientas de la Nueva Esperanza
donde manda el Papillón / ahí a un costado de la Vulcanita
y cerca del camino que te lleva a Pirque

y el Maracaná
repleto de chilenos
se quería venir abajo




Patricio Contreras Navarrete (Puente Alto, 1989) Poeta, editor, educador y crítico literario. Licenciado en Literatura de la Universidad Diego Portales (2012) y Diplomado en Edición en la misma casa de estudios (2015). Ejerce como editor y gestor cultural en Editorial Anagénesis. Actualmente, cursa el Magíster en Estudios Literarios y Culturales Latinoamericanos en la PUCV y reside en Valparaíso. Fue becario de la Fundación Pablo Neruda (2012) y ha obtenido diversos premios y reconocimientos dentro del país, además de variadas publicaciones en medios impresos y digitales. Parte de sus poemas aparecieron antologados en Zapatitos con sangre: 66 poetas del fútbol (Editorial Cuarto Propio, 2016). Ha publicado el libro Calle abierta (Balmaceda Arte Joven Ediciones, 2016) y la plaquette Territorio en disputa (Ediciones Punto G, 2018).

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