José Watanabe: El maratonista

El rendimiento de todo deportista tiene fecha de caducidad. La cuestión siempre ha sido saber cuándo detenerse, dejar de correr, tirar la toalla. Llevar el fracaso a cuestas, saber cuándo decir basta, no abusar de la piedad del espectador: eso es lo que nos muestra Watanabe en este poema de "Banderas detrás de la niebla".




EL MARATONISTA


Te has metido solo en esto, muchacho,
pero tu lentitud nos angustia a todos.
Después de tantos kilómetros, se acabaron tus fuerzas,
pero todavía insistes en llegar a donde ya no importa.
Esto ya no tiene sentido, no abuses
de nuestra piedad: anda a casa
y comprende que alcanzarte una esponja con agua
fue lo único que pudimos hacer por ti.

(Pero ama el niño que cree que puede
lanzar su energía como un rayo al centro de tu cuerpo
y a la vieja
que se santigua como si viera pasar un santo lastimado.)

Tus piernas son cada vez más pesadas.
Conozco cómo es eso: también sé
lo que es ansiar desesperadamente aire
para durar un poco más.


Al dar la curva encontrarás una calle solitaria.
Cambia el paso allí, disimula tu fracaso y camina
lentamente
pisando las hojas amarillas de la morera
como hago yo cada día, ya libre de toda competencia.

(de Banderas detrás de la niebla ,2006)


José Watanabe (1946 - 2007) nació en Laredo, Trujillo (norte del Perú). Su madre, de origen serrano, fue enganchada en plena juventud para trabajar en las haciendas azucareras. Su padre era un inmigrante japonés con una distinción muy especial: poseía una gran cultura. Leía mucho, era pintor. Sabía hablar inglés y francés. Realizó estudios de arquitectura en la universidad Federico Villarreal.

Incursionó en la televisión como director del programa infantil La casa de cartón, que producía el INTE en los años setenta. A fines de los sesenta se inició en el cine como guionista y como director artístico (escenografía, vestuario y maquillaje). Publicó su primer libro, Álbum de familia, en 1971 que mereció el premio Poeta Joven del Perú. Su segundo libro, El huso de la palabra (1989), fue considerado por la crítica nacional como el poemario más importante de la década de los ochenta. Antígona "lo muestra como un dramaturgo de mucha potencia". Como cineasta es autor de varios guiones, destacando entre ellos los que escribiera para las películas Maruja en el infierno, La ciudad y los perros y Alias La Gringa.


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