Entrenando en el DOJO


Por Guanchulo


Todavía recuerdo mi primer día de entrenamiento en el Dojo de DDT, ya que fue convertir un sueño en realidad. Luego de muchos años siguiendo el estilo japonés, por primera vez se me daba la oportunidad de entrenar en un formato nunca antes visto. En mis primeros meses como estudiante en el Dojo sucedieron muchas cosas que me llamaron la atención, las cuales iré describiendo en los siguientes párrafos.



Antes de entrar en el dojo se deben hacer tres cosas. Primero: sacarse los zapatos y dejarlos ordenados. Luego de eso, uno debe hacer una reverencia antes de ingresar; por último, saludar a las personas que ya se encuentran en el lugar. Siempre saludamos diciendo “ Otsukaresama desu” (gracias por su arduo trabajo) o “Ohayogosaimasu” (buenos días). Una de las cosas que siempre me llamaba la atención era que afuera del dojo se encontraban los zapatos de los estudiantes y del profesor, ordenandos de una forma perfecta.

Siempre intentaba llegar 20 o 15 minutos antes que comenzaran las clases, pensado que llegaría de los primeros, pero nunca fue así. Los estudiantes más nuevos siempre llegaban treinta, cuarenta o hasta una hora antes del entrenamiento. Así también eran ellos los últimos en irse.

Dentro del Dojo se encontraba todo lo que un luchador desea tener en el patio de su casa.  Máquinas de entrenamiento, pesas, tatamis y, sin dudas, el ring. Todo muy limpio y bien ordenado. Siempre me preguntaba quien era la persona a cargo del orden y la limpieza. Luego de un tiempo lo descubrí. Después de los entrenamientos son los mismos estudiantes responsables de la limpieza de este. Siempre lo realizan los más nuevos, haciéndose cargo de la limpieza de la lona del ring, las cuerdas y el tatami. En mis primeros años me encantaba ser parte de la limpieza ya que me hacía sentir parte de la familia y el Dojo.

Durante los entrenamientos el silencio y el respeto predominaban. Cuando el sensei explicaba una llave de rendición, todos los alumnos miraban atentamente, su cara de concentración mostraba que solo les faltaba un cuaderno para tomar notas o una cámara para grabar. Así también, nadie tiraba la talla o hablaba cuando el maestro daba la clase.

Antes de practicar las llaves o golpes siempre hacíamos una reverencia a nuestro oponente diciendo “onegaishimasu” y, luego de terminar el movimiento, dábamos gracias a este. El respeto estaba presente en cada segundo del entrenamiento. Desde el comienzo hasta el final, en donde todos dábamos las gracias a nuestros compañeros, al profesor y, por último, al Dojo.


Luego de tres años entrenando en el Dojo, debo reconocer que me acostumbré mucho a este estilo de vida en el ring. En mi vuelta a Chile fue un poco complejo entrenar con mis compañeros, ya que son dos contextos totalmente diferentes. Sin embargo, durante los seminarios que he realizado he tratado de transmitir  lo aprendido en Japón. No solo el estilo de lucha, sino también esa forma de vida. Pero, para compartir esto, se necesita tiempo y dedicación, por lo que he decidido abrir mi propio Dojo de Lucha Libre Profesional en Santiago.

Desde este 28 de Abril comienza una nueva etapa con mis alumnos. Daré mi mejor esfuerzo para que podamos ser un aporte positivo en la escena nacional.


Para más información del dojo en Instagram o Facebook, buscando: YEYOS DOJO.

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