Selección de Contra las cuerdas (Andrés Urzúa de la Sotta)
Contra las cuerdas (Selección)
a la memoria del Club de Tenis de Limache
Las
gallinas se acercan
a
la pelota, picotean los vellos
cubiertos
de arcilla.
Han
aprendido a reemplazar
el
maíz por el sabor del fieltro.
En
vez de hidratos de carbono,
ingieren
fibra sintética: abono
para
sus crestas de hule
que
fosforescen al amanecer.
El plan regulador
así lo determina:
sobre la cancha de tenis
se construirá un bulevar.
La feria artesanal que
se ubica en la pared
exterior del club —en plena
Avda. Urmeneta— deberá
ser trasladada al estero,
bajo el puente que divide
los pueblos en dos.
Al igual que las huellas
que los tenistas borran
con las suelas de
sus zapatos,
cientos de recuerdos
desaparecerán.
Ahora que estoy
frente al sepulcro,
te confieso: siempre
supe que el trofeo
que gané a los
nueve años
era bañado
en oro falso.
Nunca te lo dije,
pero esa misma
tarde en que pintabas
el trofeo con spray
yo te miré por el
cerrojo de la puerta
y pensé que la victoria
era una cosa despreciable.
En esto consiste el frontón: en
golpear tu propia sombra contra
el muro, innumerables veces,
hasta que tu cuerpo comience
a sentir el dolor de la sombra.
Hasta que te conviertas
en esa sombra o en ese muro
y no sepas si estás golpeando la pelota
o si la pelota te está golpeando a ti.
Cuando Chile ganó
la segunda medalla de oro
en los Juegos Olímpicos
de Atenas,
yo estaba en el Vivaldi
comiéndome un completo.
Mientras la gente celebraba
y sonaban las bocinas a lo lejos,
yo seguía desparramado
en la fuente de soda
como el queso derretido
de una empanada.
Tenía un futuro esplendoroso.
Los triunfos se sucedían
como los árboles de la Avda.
Urmeneta. A los quince años
le gané al Chino Ríos
en mini tenis.
Un día, sin darme cuenta,
vinieron los hijos.
Mi marido se instaló
con una tienda de deportes
que al poco tiempo quebró.
Cuando el Chino llegó al número uno
en el Abierto de Miami
yo estaba amamantando
a mis mellizos.
Nada es imposible, hueón. Ni una hueá
Nicolás Massú
Hay tantas cosas imposibles, Nicolás.
Una de ellas es la justicia.
Como esa señora que vende parche curitas
a la salida del supermercado.
¿Acaso serías capaz de decirle
que todo es posible?
¿Podrías mirar a los ojos
a un anciano desahuciado
y mantener tu verso intacto?
¿Te atreverías a alentar a esa niña
que agoniza en la sala de espera del hospital
o a ese escuálido indigente
que golpea una pelota imaginaria
con su raqueta de madera?
¿Serías capaz de mentirte a ti mismo
con tal de mantener un eslogan vacío?
Tú eres la excepción que confirma
la regla, Nicolás.
Lo único real es la derrota.
Andrés Urzúa de la Sotta (Viña del Mar, 1982) Escritor, editor, gestor cultural y docente universitario. Es licenciado
y magíster en Literatura. Publica los libros Galería (2012), Zapping (2014),
Tetris (2015), Play (2015) y Formas de volar
(2017), además de la plaquette El
lenguaje de las piedras (2015) y del libro-objeto letra chica (2017). Es editor en Libros del Pez Espiral y
organizador de A Cielo Abierto – Festival Internacional de Poesía de
Valparaíso.
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