El American Wrestling (por Gastón Carrasco)






Para muchos luchadores nacionales el referente exclusivo al momento de luchar es la WWE. Nombres como Stone Cold, Triple H o Chris Jericho son el modelo a seguir, tanto en forma como en contenido, en construcción de personaje y desempeño en el ring. Ciertamente estos luchadores contemporáneos crecieron viendo a los titanes de la televisión, compraron sus figuras, poleras, videojuegos o juegos de cartas. Algunos, nostálgicos, dirán que el modelo es ECW y su estilo recio u otros, que WCW es el verdadero referente, con Sting y NWO a la cabeza. Sin embargo, entonces, ahora y siempre, para la mayoría, los ojos están puestos en lo que hace la empresa más importante del deporte entretenimiento. Por mucho que para los fanáticos de internet la nueva meca sea NJPW.   

Mirar el horizonte norteamericano implica aceptar una forma de juego, reglas y estilos determinados. Luchadores chilenos jóvenes se han movido por el globo buscando formarse y perfeccionarse. Los puntos altos, en el último tiempo, han sido las performances de Guanchulo (ahora Diego) en la DDT Pro de Japón, sobre todo luego de su actual título Six-man tag team championship. Así también los pasos de Gastón Mateo y Allison Evans por NOAH del mismo país del sol naciente. Cruzando el charco tenemos a Taylor Wolf y Harry “The Sick” Marduk en México, y su reciente aparición en Lucha de barrio. O Al Cold y Las Klitz con su paso por Imperio de Perú.

Aunque quizá el caso más significativo del último tiempo haya sido la aparición de Alejandro “XL” Sáez en el Cruiserweight Classic de la WWE en el 2016, torneo en el cual tuvo que medirse con el finalista mexicano Gran Metalik. Antes de dicha aparición Sáez ya había estado un par de años en NOAH, donde participó en el Global League. La repercusión del paso de Sáez por WWE se tradujo en el caso más próximo, hasta ahora, de participar del mundo que todos, la mayoría, solo ven por televisión o en los tour que, cada tanto, se dejan caer en tierras chilenas. Sin embargo, en las últimas semanas, tras los eventos de SmackDown en Santiago, se supo de la visita de William Reagal a diversas promociones de lucha libre chilena, para ver el talento chileno en luchas de exhibición más que propiamente tryouts de la empresa norteamericana. La posibilidad, abierta y encarnizada en el caso de Sáez, se transformó en una realidad para muchos entusiastas, ¿pero cuentan todos con el perfil para ir al Performance Center de la WWE?  


La escuela gringa

La lucha libre es un lenguaje, una forma de interactuar que se basa en el cuidado y comunicación con el otro. Y como todo lenguaje, existen variantes de forma y estilo. La lucha mexicana, la japonesa o la británica poco tienen que ver con el estilo americano de la WWE, incluso, la lucha de las indies gringas (coreográfica, llena de spots) se aleja de ese lenguaje marcadamente televisivo. El tiro de las cámaras, la posición en el ring, los espacios muertos y la forma de los golpes, todo se vuelve un asunto que involucra coordinación, espectáculo y deporte.

La lucha libre en Chile, con sus escuelas y tradiciones, beben mucho del estilo mexicano, en algún tiempo arraigado en San Antonio y Valparaíso, cierta escuela clásica venida de los Titanes del ring, y, sobre todo, amateurismo propio del espectador que quiere subirse al ring y estudia los videos de sus luchadores favoritos. El camino a la profesionalización del medio puede verse en pocos luchadores que han podido moverse a otros lugares o han aprovechado las visitas y clínicas que han hecho luchadores como Súper Crazy, Kenta (Hideo Itami), El Genérico (Sami Zayn), o recientemente Al Snow, quien acaba de inaugurar esta semana en Chile su Al Snow Wrestling Academy (ASWA), de la mano de FNL y la productora Spark TV y enseñará todo el arsenal de movimientos, desplazamientos y técnica que implica la escuela norteamericana. Snow, además, aprovechará su visita para enfrentarse al campeón Paul Slandering por el título peso pesado de ZDC en Guerra total, el domingo 12 de noviembre en el Gimnasio Municipal Lo Prado.   



El caso de “The chilean export”

En este camino pedregoso hacia la profesionalización Wernher (de la clásica y extinta SWA), y que hace poco fue sacado del retiro para participar en CNL, fue uno de los primeros en probar suerte en Minnesota, tierras de Bob Buckland,, abriendo puertas a otros aventureros como el actual campeón metropolitano de CNL: Eddie Vergara.

Vergara, “The chilean export”, teniendo a Wernher como mentor, toma la decisión de emigrar y practicar lucha libre fuera de Chile en 2013. Ante la pregunta, ¿por qué Estados Unidos? La respuesta es más o menos simple, todo partió con el estilo americano. Era el lenguaje que había aprendido con Wernher. Al llegar allá hablaba el mismo idioma que su nuevo maestro, Eddie Sharkey, conocido como el “Entrenador de campeones”. No se trata solamente de un asunto de terminología o traducción de un movimiento, sino de una metodología y concepción de la lucha como un todo orgánico donde se conjuga técnica, destreza y disciplina. Además de encontrarse con mucho más cultura y tradición luchística, acceso a circuitos independientes y a escuelas donde compartir experiencias y conocimiento. En ese periplo Vergara trabajó con Joel Máximo (ex TNA), en su centro de entrenamiento en Brooklyn, Además de clínicas o workshops con Super Crazy (WWE) y Taiji Marufuji (NOAH) y fue al Fighting Spirit Wrestling, la federación más importante a nivel independiente en Nueva York.

Qué queda de esa experiencia: cuidar el cuerpo rival, no arriesgarse en vano, trabajar bien y a conciencia, saber contar una historia sin perder la técnica, ir mejorando la forma, no olvidar lo básico, ir más allá que demostrar acrobacias, sino mostrar lo necesario. Le preguntamos a Vergara, ¿hay algún luchador que verdaderamente pueda triunfar en USA? Y la respuesta es sí, que él, pero también cualquiera que tenga la mentalidad. No tan solo la capacidad y las ganas, sino también la disciplina y trabajo. No se trata de una carrera con los otros sino consigo mismo. Por supuesto que hay talento en Chile, incluso en quienes han participado en promociones extranjeras, pero falta un norte, una ética de trabajo que no tan solo te haga ir afuera, sino que te permita mantenerte y vivir de la lucha, profesionalmente. Hoy por hoy Vergara ostenta el campeonato metropolitano de CNL, tuvo alrededor de 450 días el campeonato nacional de la misma empresa. Espera tener la triple corona al hacerse, lo antes posible, con los campeonatos en pareja. En el corto plazo, debe enfrentarse a la joven promesa, perdón el lugar común, Alessandro, en el evento Juicio Final de CNL el próximo domingo 26 de noviembre en Club Chocolate.



Todo se reduce a un asunto de subir el nivel de la lucha libre nacional. Existen pocas empresas donde se paga al luchador por exponer su cuerpo, son pocos los seminarios donde invitan a luchadores y se les paga por su labor (en este punto las compañías de regiones suelen hacer bien el trabajo). Antes la única posibilidad de aprender lucha era irse, exiliarse y aprender de los mejores, ahora son ellos (los gringos) quienes vienen, y es porque algo vieron, entradas a sus eventos, fanaticada, por supuesto, pero también trabajo, diamantes en bruto (existen varios rumores sobre posibles candidatos a NXT, pero todavía son solo eso). Existen diversas escuelas y estilos, pero pocos pueden hablar de compromiso, de responsabilidad como luchador, pero también como artista o performer. Porque el luchador es, quiérase o no, una marca. Debe promocionarse, vestirse bien, parecer luchador, vender su imagen, volverse una carta de negociación, ser confiable y vender entradas. Ser, de alguna manera, exclusivo, no ser parte de todo el circuito, sino que el fanático vaya a verlo a su compañía favorita. Muchos luchadores, jóvenes y no tanto, creen que ya lo hicieron todo, que no hay nada que aprender. La humildad de asistir a todas las clínicas, participar en todas las instancias de formación parece un imperativo para quienes quieren hacer de este deporte algo próximo a una carrera u oficio. Y por supuesto que los ojos seguirán puestos en lo que haga o no la WWE, porque ahí está escuela: como Undertaker llevaba de la mano a sus rivales rookies a la “escuelita clásica”, donde se aprende a golpes, pero bien ejecutados.







Gastón Carrasco Aguilar (Santiago 1988). Ha publicado El instante no es decisivo (2014), Viewmaster (2011 y 2016), La soledad del francotirador (2016) y Monstruos marinos (2017). Becario de la Fundación Pablo Neruda (2012), finalista del concurso de cuentos de la Revista Paula (2013) y del Premio de Literatura, categoría poesía, de la Municipalidad de Santiago (2015). Actualmente prepara su tesis doctoral en torno a la representación del diablo en la literatura chilena del siglo XIX.


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