Botch: un glitch entre la escena y la realidad

Por Álvaro Gaete

Se entiende como botch el incidente por mala ejecución de un movimiento en el ring. Puede darse por haber vendido mal el spot , maniobra del otro, o simplemente haber sufrido un percance, como el temblor de la cuerda y la caída, ocurriendo  en el último de los casos, un efecto dominó que complica al compañero.
               


Una de las conexiones más cercanas con la realidad, fuera de lo que se pueda decir dentro del ring, está en la posibilidad del error. Humanos al fin y al cabo. El error quita dinamismo al combate pero a la vez parece que agrega tensión, una disrupción al acto, el toque de dramatismo extra que logra conectarlo con la realidad. Y si fuera así, que el error es la conexión más certera con la realidad; si la acrobacia y la sincronía son por esencia la lucha libre, entonces el botch, es la cuota de fatiga o la apertura en el pliegue que es la disciplina (wrestling/lucha libre/puroresu).

            
Cuando hablo de esto imagino a Brock Lesnar haciendo un shooting star press a punto de caer sobre su cuello (y no en forma de plancha como es habitual), en Wrestlemania 19. Ese momento,  el debate entre la vida o la muerte camuflado por el “Ooooh” del público y el conteo de inmediato que salva la situación. Ese instante ínfimo que pasa a ser parte de la historia. Un glitch, en términos de programación, que deforme la imagen que vendría siendo la planificación del espectáculo, un ruido en la imagen/ejecución. En algunos casos se puede ver como al notar un error en la acción del oponente/compañero, el otro intenta receptarlo o cerrar  la movida y la lucha. Pero hay veces en los que no se puede.

Octubre 21, año 2001 y Hayabusa, luchador japonés, sufre un accidente al pisar mal la cuerda para lanzarse en salto invertido (springboard moonsault) hacia su oponente. Y debió haber quedado solo ahí, pero sufrió una parálisis de la que nunca pudo reponerse hasta su muerte, en el año 2016. Algunos casos suenan  a la extrema confianza en el cuerpo humano o al olvido momentáneo de como recibir un movimiento. Esconder el cuello, equilibrar el peso, etc.



El botch tiene diferentes dimensiones. Incita emociones diversas, como el humor o la preocupación, es cuantificable. Hay quienes los aglomeran y arman videos. Es un ejercicio visual, poder encontrarlo antes que el resto y subirlo primero a la web. Si hubiera una poética del botch, esta diría que debe pasar desapercibido. Debe ante todo ser el error de ejecución de uno y no de los tres que salen a escena (incluyendo al refferee).

Otro caso notable pasó el año recién pasado, también en WWE, en una lucha entre Chris Jericho y Neville. El primero notó que el rival se había lesionado el tobillo porque cojeó luego de tirar una patada. Así que le dice al refferee, entre dientes, escondiendo la cabeza de la cámara, que haga el conteo dándole el triunfo a Neville. La lucha se alargó un par de minutos, como estaba previsto desde un principio. Jericho rompió el keyfabe (la actuación, el drag) y emputecido le dice al referee si acaso es idiota, que su compañero está luchando hace varios minutos lesionado. En esos momentos no importa el puto cronometro.

Parece que el Botch intimida ¿cómo se reacciona ante la realidad en medio de escena? Se sale del personaje cortando la escena de raíz o se improvisa, dejando el teatro arder. Parece que los juegos de video sirven de ejemplo. Continuar hasta que se arregle, o apagar y prender, esperando que no ocurra nuevamente desde donde se guardó la partida por última vez. Aunque a veces, el instante no da treguas.



Álvaro Gaete (Lo Espejo 1994). Estudiante de Pedagogía en Castellano (UMCE-ex Pedagógico). Mención honrosa en poesía Premio Roberto Bolaño 2016. Trabaja en su primer libro.





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